– Air Force One: Es un error pensar que Air Force One se refiere a un sólo avión, pues es el termino por el que se conoce en el tráfico aéreo a cualquier avión que transporte al presidente de los Estados Unidos. Normalmente se utilizan dos, siendo modelos Boeing 747 de características especiales, tanto en tamaño con en seguridad, además de en funcionalidades, pues en él el presidente de turno puede realizar sus funciones como si estuviese en la propia Casa Blanca.
-John Travolta: En realidad no es un jet privado, son cinco los que posee Travolta en su casa de Florida, en la cual tiene una pista de aterrizaje propia. Famoso fue el gesto de John Travolta, en el que fue volando desde su residencia hasta Haití después del terremoto que impactó en este país, para llevarles alimentos y cosas necesarias para subsistir.
– Bill Gates: El presidente de Microsoft es propietario de un Bombardier BD-700 Global Express, el cual podría transportar a 8 personas de una distancia que va desde Nueva York hasta Tokio sin hacer ninguna escala, algo que muchos aviones comerciales les costaría hacer.
– Donald Trump: Tiene un Boeing 727-100 que fue fabricado en 1968 por American Airlines, y posteriormente sometido a una transformación total. Las tradicionales butacas fueron retiradas y se incorporaron sillones de cuero, una mesa de conferencias, un comedor separado con capacidad para cinco pasajeros alrededor de una mesa de madera y un sofá tapizado adyacentes. Además un dormitorio principal ofrece un lugar elegante para la siesta en pleno vuelo. Hace aproximadamente un año, el millonario neoyorquino lo puso a la venta, suscitando rumores de que estaba cercano a la bancarrota, pero la realidad es que lo vende para comprarse otro avión más grande y moderno.
– Roman Abramovich: El multimillonario ruso fue el primer comprador privado de un Airbus A380, un avión que cuesta nada más que 350 millones de Dólares, hecho a medida para el comprador. Tiene en su interior un cine, sala de juegos, acabados en oro por todas partes y cualquier cosa para que los viajes del presidente del Chelsea sean lo más cómodos posibles, y lógicamente lo tienen que ser.
